El 25 de abril de 1818, el Ayuntamiento de Madrid regaló a la reina María Isabel de Braganza, esposa de Fernando VII, un vasto terreno situado junto a la Ronda de Toledo y popularmente conocido como la “huerta del clérigo Bayo”, para que allí se estableciera una quinta y jardín de recreo para su disfrute personal, que en adelante será conocida como el Casino de la Reina. La reina mandó adornar y enriquecer esta quinta con árboles frutales, jardines, casitas rústicas, templetes, y un pequeño palacio de dos plantas decorado en su interior con pinturas de Vicente López. Lo más llamativo era la portada de acceso al recinto que daba a la Ronda de Toledo, pues estaba flanqueada por dos pares de columnas dóricas rematadas con cornisas y hermosos grupos escultóricos que representaban a dos niños y un jarrón. Durante la Revolución de 1868 el Casino pasó a la propiedad del Estado, dedicándose desde ese momento a albergar edificaciones oficiales, e incluso privadas; así, en 1871 se instaló en el palacete el Museo Arqueológico Nacional, en donde estuvo hasta su traslado al Palacio de las Bibliotecas y Museos Nacionales el 6 de julio de 1895. Posteriormente se fueron instalando otros edificios como la Escuela de Veterinaria, el Asilo de Cigarreras, o los Talleres de Prácticas de Artes e Industrias. |