Construida por Alonso de Carbonell entre 1635 y 1637, se trataba una de las ermitas situadas en el Real Sitio del Buen Retiro. Aunque la advocación de la ermita fue la de San Antonio de Padua, vulgarmente se la conoció como San Antonio de los portugueses, ya que su construcción fue financiada por la comunidad portuguesa residente en Madrid, a instancias del Consejo de Portugal. En cuanto al edificio, San Antonio fue la ermita más grande situada en el Retiro. Construida en ladrillo rojo, destacaba sobre todo su portada, compuesta por cuatro columnas de mármol blanco con basas y capiteles de mármol negro, y coronada por una estatua del santo titular. Pero sin ninguna duda, el elemento más peculiar de la ermita era el estanque de perfil lobular que la rodeaba, el cual, estaba conectado mediante una red de canales con el estanque grande. Reconstruida por orden de Felipe V tras un incendio sufrido en 1734, fue demolida en 1761 para construir en su lugar la Real Fábrica de Porcelana de la China. Destruida la fábrica durante la guerra de la independencia, actualmente su lugar lo ocupa la glorieta del Ángel Caído. |